Sigo disfrutando de unos días vacacionales en Machiques, Perijá, Zulia. Tiempo para compartir con familiares y amigos. Ayer en la tarde fui a jugar basket, con Ramón León, al módulo, como es nombrado el polideportivo ubicado cerca del colegio S. Pablo. Esta mañana los alumnos de dicho colegio celebraron una misa. Mañana tendrán la graduación de los nuevos bachilleres.
Hace treinta años salí de esa institución educativa, donde los hermanos maristas y los otros profesores, lograron crear un espacio formativo con calidad académica y pertinencias afectiva y social. Todas esas áreas están muy mal en el sistema educativo en general. Unas perlas: un grupo de enfermeras graduadas de TSU en la UNEFA, aldea de Sta. Elena, no sabían 'tanto por ciento'; un bachiller que afirma que el patriarca Abraham es moderno (le contesté que buscara su nombre en la guía telefónica...ja); la luna es un planeta, porque tiene masa encefálica; países del norte africano: Italia... Conozco un texto hecho en España, Antología del disparate. Sería interesante que un grupo de profesores venezolanos haga algo similar. Y todavía no he tenido ocasión de sondear a egresados de misión Ribas. Si seguimos así no habrá como revertir lo señalado por el jesuita Luis Ugalde, rector de la Universidad Católica Andrés Bello: este es un país de analfabetas funcionales (bachilleres, universitarios y profesionales que no saben interpretar textos y redactarlos).
El presidente acaba de urgir a la Asamblea nacional para la aprobación de la nueva Ley de educación, que muchas voces señalan como poco discutida y cargada de ideología, es decir de un batiburrillo que llaman socialismo del siglo XXI, un chorro de palabras que pretende esconder la gigante ineficiencia, tal vez igualada por la galopante corrupción, en la cual el poliministro de ojos bonitos parece ser el más voraz.