He renovado mi propósito de escribir y hablar menos sobre política, no por fuga mundi, sino por salud mental y cuidado de la paz interior. No es fácil cumplir con este propósito, porque este gobierno es muy maluco, en intenciones y obras. Pero debo esforzarme en cumplirlo.
La cotidianidad en Kavanayén es normalmente plácida: una buena noticia es el médico local, hijo de esta comunidad, formado en Cuba; no les cuento del almacén de medicinas, porque entraría en política (ja...); nuestra escuela fue diseñada para ser primaria y se han ido añadiendo aulas, talleres y oficinas, pero la comunidad está bregando para construir una sede nueva, donde todas las áreas estén integradas. Ya llegó parte de los materiales; otra buena noticia. La escuela (primaria y técnica agropecuaria) funciona con regularidad; el clima de relaciones es bueno; los alumnos respetan y aprecian a sus profesores y viceversa. Ambos directores son nativos, así como la jefa de educación en el municipio. Por sus frutos los conocerán...Estos son frutos de esta comunidad, nacida con la innegable ayuda del centro misional, y siempre acompañada por frailes y religiosas, aliados cotidianos en todas las luchas (cuidado, puedo caer en tentación política; ja, ja). Todavía el conuco es actividad económica importante, pero hay empleados de ministerios (salud,educación), APEP, centro misional, campamentos turísticos... Hay un conflicto laboral con Evcaven y Edelca, pero si entro allí no cumplo mi propósito (ja, ja, ja...).
Capítulo aparte merece la vida religiosa: el areruya, movimiento nacido entre los akawayos, en el siglo XIX, sigue vivo y convive armónicamente con la catolicidad, que incluye a la familia franciscana (laicos,religiosas y 'osos'). El catorce de este mes, Generoso, carpintero, padre y abuelo, laico franciscano, con pocas letras y mucha unción, saldrá en gira apostólica hacia la región de Kamarata; mes y medio de predicación itinerante, para reavivar la fe de los kamarakotos.