Ayer en la tarde, después de reparadora siesta, salí a caminar y meditar. Topé con el jefe Filiberto. Me enteré de novedades: expulsión de Dixa del sector cinco, por decisión de la capitanía y el consejo de ancianos; ella es la esposa de un vecino, de apellido Aguirre. La moción para expulsarla fue de los familiares de un joven que murió, por disparo, en las instalaciones que Dixa y su esposo tienen en el cruce del salto Torón. Otra: un hecho escandaloso que es solventado a nivel local, mediante un mecanismo similar al de los jueces de paz. Una enseñanza de estos caribes afables para la sociedad envolvente, cada vez más agresiva, con un Estado hiperineficiente. Volví a casa rezando el rosario.
Esta mañana, rutina tempranera: levantada, a oscuras porque el servicio eléctrico es de las plantas, no de la turbina; el 'plantero' no se levanta tan pronto; aseo, cafecito, campanas, preparar para la misa. Evangelio cotidiano: Jesús que sana y multiplica el pan; no sólo dice buenas noticias, sino que se hace buena noticia para quienes le rodean. Recuerdo a la Hna. Zaida que debe fijar fecha pronta para el encuentro de educación religiosa y catequesis de itinerario. Llega Francisco, secretario de capitanía, para que redactemos algunos documentos de interés comunitario. Interrumpo esta entrada y me voy a la oficina del jefe Filiberto. El Hno. Raúl fue llevado a Rivo-rivó por Salvador, quien luego visitará el Hato Chinaday,