Ayer fuimos de retiro a Minsha o Porme-wamü. Una charla basada en los primeros números de la encíclica Spe salvi, de Benedicto XVI, y tiempo para rumiar, en silencio, la existencia y la Palabra que la sostiene e interpela. Cuando se tiene Dios y esperanza, las pruebas son soportables, dice el papa. Ciorán, que se describe a sí mismo como un escéptico, es decir un místico fracasado, escribió: ando buscando una razón para pasar para mañana. Se debatía entre la necesidad de la fe (añoranza del Paraíso) y la banalidad de la existencia. Otrosí de Ciorán: sólo debemos envidiar a los que saben rezar (y creer) porque tienen un gancho trascendente. Así mismo, cioranesco: me da asco el optimismo antropológico de los marxistas, que pretenden hacer una nueva sociedad a partir sólo del ser humano... los cristianos por lo menos creen que Dios los ayuda.
Estoy disfrutando de 'El todo en el fragmento', de H. U. von Balthasar: el tiempo, el hombre, las religiones místicas (del Uno) y míticas (de los héroes trágicos), la síntesis cristiana (el 'trágico' que nos lleva al Uno)... antropología, filosofía y teología de la Historia. La Biblia y los Padres son hilados con datos de literatura y filosofía contemporáneas, con agudeza, finura y carga existencial.