Quinta jornada. Rutina inicial. El Hno. Kevin Flaherty, sacerdote jesuita, sicólogo, nos habló en la mañana acerca de la visión de conjunto de la sexualidad. En grupos dialogamos sobre personas y experiencias claves en la integración sicosexual, en la historia personal: Las relaciones familiares sanas, las amistades, la experiencia en el grupo juvenil, el noviazgo, el acompañamiento integral, las crisis de enamoramiento, la fraternidad (cuando no es sólo coexistencia pacífica), la experiencia pastoral; el testimonio de religiosos mayores, a veces ancianos, serenos, felices; asesoría de especialistas (sicólogo, siquiatra).
Más tarde, el mismo ponente nos llamó a reflexionar sobre la realidad de la homosexualidad, insistiendo en la necesidad de superar la homofobia, más fuerte en ambientes machistas; señaló que la homofobia puede estar expresando inseguridad en la propia orientación sexual u homosexualidad reprimida. Dijo que la aproximación actual a la sexualidad en general y a la orientación sexual en particular, forma parte de un gran cambio cultural, iniciado a comienzos del siglo XX. Freud y la sicología contemporánea nos han ayudado a deshacer mitos y a superar complejos. Todavía no hay acuerdo entre los sicólogos acerca de si la homosexualidad es fundamentalmente somática o conductual. Sí hay consenso en negar que sea una enfermedad. Para saber cuál es la orientación sexual propia uno debe poner atención a con quién tiene fantasías sexuales y enamoramientos. En la sociedad se va dando una apertura a la manifestación libre de la orientación sexual. Los expertos afirman que un 5% de los seres humanos son homosexuales. En cambio, en la institución eclesial, manifiestan los estudiosos del tema, que hay un 10%. Kevin nos invita a considerar la persona por encima de los prejuicios, y a recordar que en muchos homosexuales hay una historia de abundantes dolor, vergüenza, culpa, represión... Kevin afirma que siempre ha habido homosexuales en la institución eclesial y continuará habiendo. Expresa que conoce heterosexuales, célibes o casados, desintegrados, y homosexuales (célibes o emparejados) integrados, sanos; aunque reconoce que la carga existencial ya dicha (dolor, vergüenza...) suele causar heridas demasiado hondas en algunos homosexuales.
En el diálogo grupal aparecía que hay diversas actitudes en la Iglesia y en la Orden, concretamente en América Latina, ante la homosexualidad. Escuchamos testimonios de formandos homosexuales expulsados; otros orientados hacia una vida de pareja estable; algunos acompañados que actualmente son buenos religiosos; algotros que han dado posteriormente escándalos. Reconocemos que aún teniendo mayor claridad teórica, quedan resistencias a la aceptación de los homosexuales.
Al hablar sobre la integración sicosexual, Kevin nos ha invitado a comprender y vivenciar la sexualidad, superando dualismos griegos, medievales y cartesianos, integrando diversas dimensiones: fisiológica, afectiva, social, moral, espiritual. En plenaria, un fraile introdujo la cuestión cultural: en cada cultura se comprende y vive la sexualidad de diversa manera. Recordé una frase de otro jesuita, Ignacio Castillo, antropólogo, en una de las sesiones del Concilio plenario de la Iglesia en Venezuela: el judeocristianismo tiene una honda deuda con occidente, por haber llevado, durante siglos, a menospreciar el cuerpo, la sexualidad y el placer. En la cultura global actual hay una tendencia a pasar al otro extremo, convirtiendo el sexo en gimnasia y mercadería.
Después de almuerzo y siesta, el ponente, partiendo de lo ya visto, nos brindó una conferencia sobre la importancia de integrar corporeidad, sexualidad y afectividad en el acompañamiento espiritual, la selección de candidatos y la formación, inicial y permanente.
Cerramos la jornada con misa, mesa y cine: 'Divinas tentaciones', de E. Norton.
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