El balance de los cuatro días de fiesta es positivo. Hubo 'revuelta', con palabra de Octavio Paz, grande escritor mexicano, quien con ese vocablo señala que las celebraciones festivas populares son ruptura de la rutina y manifestación explosiva del sí a la vida y el no a todo aquello que es sentido como agobiante, como disminución o amenaza de la vida. Música, baile, bebida alcohólica... pero no hubo hechos de violencia que lamentar. Fuerte contraste con el resto del país, donde cada fin de semana la patria se desangra por abaleados jóvenes. Hasta nuestra capital municipal está azotada por este mal de mil caras.
Las celebraciones religiosas estuvieron muy concurridas, solemnizadas con una de las pasiones pemones, la música, con cantos en castellano y en pemón. Dos lenguas y una misma alabanza al Altísimo que nos ha regalado esta bella Gran Sabana, la paz, su Hijo, el carpintero mesías, y grandes testigos como Teresita y Francisco. Supongo que fr. Cesáreo de Armellada, fundador de este centro misional, y Mons. Mariano Gutiérrez, tercer obispo del Vicariato del Caroní, ambos sepultados en el templo parroquial, habrán celebrado con nosotros, desde la liturgia celestial, los frutos de la tarea de evangelizadores como ellos, que gastaron su vida en medio del pueblo pemón, parte de la gran familia caribe. Quiera Dios que esta fe celebrada sea vivida cotidianamente, para que los pemones sigan siendo, como afirmaba el nombrado Obispo, 'naturalmente franciscanos', es decir, personas de oración y fraternidad, de espiritualidad y solidaridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario