Sábado en la mañana: celebré la misa acostumbrada en Kavanayén, fui al Hato Chinadai, dejando la compra hecha en manos de Inés, esposa del vaquero Eleuterio; de allí viajé, en el toyota misional, al cruce del Torón, donde Ismael Aguirre tiene su local de hospedaje y restaurante, junto con su esposa Dixa. Celebro la misa con los Aguirre, encabezados por Antonio. Después de misa, mesa: parrilla, cervezas y hasta whisky. Antonio contesta preguntas sobre su historia: nació en la zona en reclamación, de padre criollo (del Manteco), minero, y madre arekuna... ahora es miembro del Consejo de ancianos de la capitanía de Kavanayén. Gilberto, uno de sus hijos es el jefe de S. Miguel de Betania, en el sector Cuyuní. Teresa, presente en el banquete, es maestra jubilada. Martiniano, padre de hermosas hijas, todas participando de la fiesta familiar, es funcionario de Inparques... Regreso a Kavanayén para realizar un bautizo, unos minutos antes del rosario.
Domingo: rutina matutina; banquete del carpintero mesías, a las 08:00 am; luego, círculo bíblico, centrado en el mensaje del ángel: no temas y alégrate. Una llamada a superar la imagen de un Dios terrible para pasar al Abbá de Jesús de Nazaret. Almuerzo compartido con las Hnas. Zaida y Narda, y las chiquillas de la casa hogar. Siesta reparadora. A las 5:00 pm, adoración del Santísimo y rosario. En los ratos libres leo a Domínguez Morano. Por cierto, la imagen del Dios terrible, castrador, es vista por este autor, freudiano, como proyección de la imagen del padre, hecha por el hijo que no ha resuelto bien su complejo de Edipo. La fragilidad del hijo anhela la omnipotencia del padre, que es objeto de amor y de odio (por amenazante competidor que roba el amor de la madre). El hijo desea la muerte del padre y, luego, por complejo de culpa, se sacrifica por el padre; ciclo perverso y destructor.
Lunes: misa matutina; llaves de casa en manos de la Hna. Zaida; viajo a Rivo-rivó para llevar al Hno. Raúl y tres postulantes, a S. Rafael. Dialogo con cada uno de los postulantes. Hay algunos roces. Los invito a trabajar contra el egocentrismo y a buscar la armonía de sus diferencias. Almuerzo en Rápidos, acompañado por la dueña, Emilia Castro. Descanso en este lugar. Sigo a S. Ignacio de Yuruaní. La maestra Angelina me brinda un vaso de Sevillana para celebrar un año de su licenciatura. Paso los postulantes a Mapaurí: la esposa de Alcides los hospeda. Converso con cada uno: la experiencia ha sido muy buena. Los invito a devolver los regalos a Dios, como dice Francisco, por la alabanza y la coherencia existencial. Llego a la capital municipal a tiempo para revisar mis buzones-e antes de cena. Después de cena, compartida con los novicios, Eleazar y el Obispo, leo El Nacional-e y hago esta entrada.
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