Hacía cuatro días que no escribía. Como en toda Venezuela, tenemos recortes del servicio eléctrico, que disminuyen las horas de disponibilidad del Infocentro. Hemos celebrado tres misas pidiendo lluvias al señor del Cosmos, eterno descanso para las víctimas del terrible terremoto haitiano y fortaleza en medio de la dura prueba para los sobrevivientes. Destinaremos la colecta de los próximos dos domingos a la solidaridad con ese trozo de África ubicado en el Caribe: un granito de arena que no puede competir con los 250.000 dólares de Madonna.
Hoy he finalizado una ronda de entrevistas a los seis postulantes: jóvenes venezolanos que hacen un año de discernimiento y formación en la Orden de Frailes Capuchinos, en este rincón gransabanero, en medio de los pemones. Todos manifiestan estar bien, aunque con nostalgia por haber dejado nuevamente las familias, al regresar de vacaciones decembrinas. Fr. Raúl, andaluz que comparte este año con nosotros, también arribó, después de hacer ejercicios espirituales en la región capitalina. Esta mañana se fue a la comunidad de S. Juan de Kamoirán, a una convivencia con jóvenes, acompañado por miembros de la Juventud franciscana de Kavanayén.
Estoy disfrutando de textos de Agustín de Hipona seleccionados por Przywara, teólogo jesuita alemán fallecido en 1972. Antropología teológica, Cristología, Trinidad, Eclesiología, Sacramentos... en el pensamiento y la pluma del genial africano, apasionado con su recordada amante, apasionado en la conversión fruto de la fe, apasionado en la búsqueda de la Verdad (Jesús) y en la acción pastoral, en su diócesis, finalmente asediada por los vándalos, cuando el Imperio romano se hundía.
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