miércoles, 17 de marzo de 2010

Vaticano II y Caruachi

Penúltima clase de historia de la orden capuchina en Venezuela, con los cuatro novicios, retoños del viejo árbol con raíces en la experiencia carismática del Poeta Poverello de Asís. Volvemos al texto de Micheo-Ugalde para ver la iglesia posconciliar, de vuelta a las fuentes (El Evangelio) y aggiornamento (necesaria puesta al día). El gran signo de la descolonización en la sociedad y en la Iglesia; las teologías del tercer mundo (Asia, África, América Latina) como expresión de catolicidad y vitalidad. Recuerdo a un fraile capuchino, experto en misiones, veterano de Asia y América Latina, que señalaba que en Roma era difícil ser católico; expresaba así el peligro europeocéntrico del Vaticano. Desde los lineamientos del Vaticano II: Biblia, liturgia participada, protagonismo de los laicos, descolonización, ecumenismo, pastoral social... hacemos revisión crítica de la tarea misional. Traemos a la memoria también el magisterio latinoamericano posconciliar y reflexionamos sobre el peligro de perder lo esencial de dicho magisterio, la opción por los pobres, en un ambiente posmoderno y en una nación donde la lucha por la libertad y la pluriformidad, ante un gobierno ineficiente y autoritario (ver artículos de Vladimir Villegas, disidente con pantalones), puede llevarnos a 'derechizarnos' y elitizarnos.

Devoro 'Caruachi, el paso fatal', de Osio Reyna, historia novelada: no es una gran obra literaria, pero es legible y describe un hecho terrible, el asesinato de veinte capuchinos en la misión de S. Ramón, perteneciente a las misiones coloniales de Guayana, de los capuchinos catalanes. El autor quiere quitar culpa a Bolívar y Piar, haciendo de la masacre un malentendido de un Lara torpe. Los hechos desnudos son que los tres jefes independentistas mancharon las manos de la República con sangre inocente. A los pocos años Bolívar, libertador de los indígenas, según el autor, decreta que el sistema misional debe ser restaurado (?) y los capuchinos aceptan el reto, que no podrá materializarse hasta un siglo más tarde. Los capuchinos que laboramos en la Gran Sabana somos pequeños herederos de aquellos mártires.

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