Undécimo haiku: Yahvé es mi guarda;/ ¿por qué dicen a mi alma:/ huye al monte?
Toda criatura experimenta los vaivenes de la existencia. Somos ontológicamente pobres. Somos contingentes: somos y podemos dejar de ser. Pero los creyentes podemos confiar nuestra fragilidad a aquel que nos regala vida y fe. Jesús afirma rotundamente: el Padre ha puesto todo en mis manos (Lc 10, 22).
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