Los pemones tienen un rico acervo de relatos (en su idioma, en singular, pantón). Fr. Cesareo de Armellada, quien fuera el más grande estudioso de la cultura de este pueblo del sureste del Edo. Bolívar, publicó dos tomos titulados Taurón pantón (Así dice el cuento).
Tal vez el principal pantón sea el de los Makunaima, los hijos del sol y la mujer de jaspe, que son los protopemones.
Para comprender los mitos pemones es necesario recordar que en el tiempo inicial todas las cosas eran pemones, es decir tenían capacidad de pensamiento, sentimiento y relación. El sol aparece por eso haciendo su conuco y experimentando la soledad. Tuenkarún, una creatura de las aguas (normalmente oscuras en los ríos de la Gran Sabana), es atrapada por el sol, con la pretensión de hacerla su mujer; pero Tuenkarún logra ser liberada con la promesa de enviarle una compañera adecuada. Hay tres intentos: la primera es blanca (de tavá, arcilla de ese color), la segunda es negra (de cera), la tercera (y exitosa) es rojiza, de jaspe (kakó).
La primera mujer se deshace al intentar sacar agua del río; la segunda se derrite al tratar de cocinar. La tercera llena el corazón del sol y con ella forma pareja estable y tiene dos hijos. El menor es llamado Chiké (nigua).
Los pemones se comprenden, como muchas otras culturas indígenas, como hijos del sol. Es interesante: el sol es efectivamente fuente de vida para nuestro planeta azul. En pemón hay una palabra para decir la luz del espíritu, auka. La luz física del sol, viyú, y auka, tienen relación. El sol es fuente de luz física y espiritual. Un detalle curioso: en los países del norte de Europa aumentan las depresiones y los suicidios en los meses en que hay menos luz solar. Sabiduría indígena presente en sus mitos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario