Los frailes capuchinos en Venezuela nos unimos a la celebración de toda la Familia Franciscana, familia del joven ítaloumbro que en el siglo XIII lograra la aprobación de su regla y vida, la que el Altísimo le había dado a conocer. Estamos celebrando los 800 años de ese documento cuya vigencia pasa por la vivencia cotidiana de quienes nos decimos herederos de ese carisma, de ese don del Altísimo a Asís en 1210, y desde allí y desde entonces, para Italia, Europa y el mundo, en la Iglesia católica y más allá de ella... Quién puede contar los granos de arena de la playa o las gotas del mar. Quién puede narrar los momentos de oración, los gestos de fraternidad, las consecuencias de la humildad y la solidaridad con los empobrecidos, que ese proyecto de vida evangélica ha generado a lo largo de la historia y en tantos rincones del globo de la madre tierra, que nos sustenta y gobierna, según dicho Poverello y poeta.
En onda con esa vuelta a las fuentes y el aggiornarse que nos pide la cambiante dinámica de la realidad, los capuchinos en Venezuela nos planteamos reflexionar sobre quiénes somos, dónde estamos, qué hacemos, hacia dónde vamos... En noviembre tendremos, Dios mediante, una asamblea viceprovincial que ya comenzamos a preparar. Hoy estuve leyendo papeles de trabajo y el resultado final de una tarea similar hecha en 1991. Hago eco a algunos puntos: en el diagnóstico se subraya que la institución envejece, es decir que los veteranos castellanos ya tienen mucha edad; por otra parte, se nos llama a bregar más en la pastoral juvenil-vocacional y en la selección correspondiente; en formación inicial se subraya la importancia de cuidar la identidad franciscana-capuchina; se insiste en que necesitamos ser fieles al diálogo, el capítulo local, la oración personal y comunitaria y la realización de una pastoral posconciliar y latinoamericana, dando prioridad en ella a los empobrecidos y a los indígenas.
Lo dicho sobre progresivo envejecimiento es dato vigente (ja... seguimos envejeciendo, claro); los capuchinos somos privilegiados en el contexto de la vida consagrada en Venezuela, en cuanto a candidatos que tocan a nuestra puerta; un promedio de seis jóvenes por año ingresan al postulantado; de esos, según los datos de tres décadas, el 15% tiene posibilidades de finalizar el proceso de formación y perseverar en la Orden; en formación inicial acabamos de realizar un profundo cambio, de manera que durante seis años los candidatos harán un proceso de iniciación sin estudios académicos; estos estudios quedan pospuestos para después de la profesión perpetua; la fidelidad a la oración, la fraternidad y la minoridad (diálogo, capítulo local, pastoral actualizada y contextualizada) es tarea constante. Creo que ese eco nos da pistas para la asamblea. Ampliando el ángulo, podemos ver que hay una crisis económica global, crisis que algunos ubican en un nivel más profundo (crisis civilizatoria); un populismo galopante en América Latina, con sus caudillos nacionales; un presidente usamericano afro y un papa alemán que nos desafía a realizar la caridad en la verdad (tercera encíclica). Pudiéramos incluir más detalles, como Berlusconi y sus Lolitas (no la de Nabokov), los conflictos étnicos en China y la persistente hambre en África.
miércoles, 8 de julio de 2009
en la odalisca del Ávila
Hoy El Nacional se ha puesto al día con la muerte trágica del Cap. Alfonso Rodríguez, piloto de Transmandú. Ayer escribí y hoy lo repito, que el Cap. Alfonso era aviador famoso por su veteranía y su bonhomía. Era el piloto más asiduo en la zona de Kamarata. En más de una ocasión me sacó, gratuitamente, de Kamarata a Luepa, donde solía ir a cargar alimentos para el campamento de Edelca en Canaima. Uno mis oraciones a la de mucha gente de la Gran Sabana, pidiendo paz para un 'buena gente', como dijera Cortés, un dibujante español, sobre Francisco de Asís. En este mundo de tanta palabrería hueca y abundantes egoísmo e indiferencia, personas como el Cap. Alfonso son una lamparita de barro. No se trata de maldecir la oscuridad, sino de poner algo de luz a nuestro derredor.
Nuevamente estoy en la capital nacional: ayer una amiga me preguntaba por qué me frotaba la nariz y los ojos... Soy un montuno en medio del ruido y el humo de esta gran ciudad. Recuerdo que Fr. Deogracias Fernández, quien fuera misionero en medio de los pemones, en la Gran Sabana, por más de cuarenta años, cuando alguien comentaba que era admirable por vivir tantos años en pequeñas comunidades, en el profundo sur, contestaba: admirables son ustedes que aguantan vivir en las grandes ciudades, acosados por la inseguridad, el miedo, la basura, la contaminación, el ruido... Una muestra de su genio y humor. Amor y humor necesita este mundo, decía Sta. Teresita de Lisieux, cuyo santuario nacional coincide que se encuentra en medio de los pemones, en Kavanayén, por iniciativa de su 'financista', Fr. Benigno de Fresnellino. Los recursos conseguidos por él fueron bien aprovechados por Fr. Víctor de Carbajal; ambos fueron frailes capuchinos provenientes de la Provincia de Castilla. Qué diferencia con los desastres de los gobiernos de esta dolida Venezuela. Ante los datos económicos uno se acuerda de un chiste de un humorista colombiano: si a los venezolanos los ponen a administrar el Sahara, llegará a faltar la arena.
Nuevamente estoy en la capital nacional: ayer una amiga me preguntaba por qué me frotaba la nariz y los ojos... Soy un montuno en medio del ruido y el humo de esta gran ciudad. Recuerdo que Fr. Deogracias Fernández, quien fuera misionero en medio de los pemones, en la Gran Sabana, por más de cuarenta años, cuando alguien comentaba que era admirable por vivir tantos años en pequeñas comunidades, en el profundo sur, contestaba: admirables son ustedes que aguantan vivir en las grandes ciudades, acosados por la inseguridad, el miedo, la basura, la contaminación, el ruido... Una muestra de su genio y humor. Amor y humor necesita este mundo, decía Sta. Teresita de Lisieux, cuyo santuario nacional coincide que se encuentra en medio de los pemones, en Kavanayén, por iniciativa de su 'financista', Fr. Benigno de Fresnellino. Los recursos conseguidos por él fueron bien aprovechados por Fr. Víctor de Carbajal; ambos fueron frailes capuchinos provenientes de la Provincia de Castilla. Qué diferencia con los desastres de los gobiernos de esta dolida Venezuela. Ante los datos económicos uno se acuerda de un chiste de un humorista colombiano: si a los venezolanos los ponen a administrar el Sahara, llegará a faltar la arena.
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