Salmo 28: Escudo mío:/ no estés mudo ante mí;/ clamo a Ti.
En medio de la prueba podemos sentir que el Trascendente está ausente. 'Padre por qué me has abandonado...'. Hasta esa hondura llegó la encarnación. El hijo predilecto también sintió la ausencia de Dios y clamó a Él con angustia.
martes, 24 de agosto de 2010
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