L. sigue en sus vaivenes emocionales. Cuando se recupera abre su ventana a la hermana luz. Cuando se deprime está encerrada a cal y canto, sin un rayo de luminosidad en su habitación. Paso casi cada tarde a visitarla. Un día coincidí con Pablito, uno de los acólitos, estudiante de bachillerato y amigo de la convaleciente.
Los hermanos Fidencio, Provincial de los capuchinos en Castilla; Jesús, su secretario; y Ernesto, nuestro viceprovincial en Venezuela, pasaron por esta comunidad. Entrevistas personales con todos, incluyendo a los seis postulantes; revisión de los libros de economía y misas; plática común; misas tempraneras presididas por el Provincial; diálogos informales; paseo al majestuoso Chinak merú. El día de ayer se marcharon, después del desayuno, a Santa Elena de Wairén, capital municipal de la bella Gran Sabana.
Hoy debe regresar de dicha ciudad el hermano Raúl, después de hacer diversas diligencias y compras. Mañana, Dios mediante, en la tarde, viajaremos todos a Santa Elena para un encuentro de las dos fraternidades con el Provincial y sus compañeros.
Esta mañana, en clase de franciscanismo, hicimos comentarios al capítulo de la obra de Englebert que describe la vida en Rivotorto. Uno de los postulantes preguntó cómo discernir cuál es la alegría espiritual. Leímos y analizamos el relato de la perfecta alegría y varias admoniciones.
jueves, 4 de febrero de 2010
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