Ayer en la tarde tuve la entrevista con el postulante José-manuel y luego fui a disfrutar de la caminata diaria. Paisaje, ejercicio, meditación. La Gran Sabana es preciosa, por eso es atractivo turístico nacional e internacional, parque nacional y patrimonio mundial. Aquí basta abrir los ojos para ser inundado por la belleza de la creación (Sir 39). En clase, estudiando la vida de Francisco de Asís en el texto de O. Englebert, abordamos la relación de Francisco, poeta y trovador-juglar, con la belleza. En la tarde y en la noche buceo en páginas releídas de Platón (el Banquete: Diotima y Sócrates), Schiller (Cartas sobre educación estética), Rainer María Rilke (Cartas a un joven poeta), Paul Evdokimov (Teología de la belleza) y von Balthasar (Revelación y belleza, en Ensayos teológicos, tomo I).
Esta mañana leo y comento fragmentos del ensayo de von Balthasar, quien se pasea por Platón, Agustín, Francisco, Buenaventura... haciendo ver que estos genios centran su vida inicialmente en la verdad y el bien (para los cristianos Jesús de Nazaret, pobre y crucificado) y luego, desde esa experiencia, recuperan la belleza. No puede el Creador rechazar la belleza. Debemos los creyentes hacer una honda experiencia espiritual y tomar en serio las estructuras de lo estético. Más sencillo: experiencia espiritual (momento primero) debe dar lugar al testimonio de lo bello (esto supone dotes para hacerlo: poesía, canto, música, pintura, escultura, arquitectura, teatro...).
Diotima lleva a Sócrates de la belleza de los cuerpos, pasando por la belleza de las almas y de las ciudades con leyes armónicas, al chispazo místico. Buenaventura, en línea con Platón y Agustín, teologiza sobre la vida del Pobre de Asís, varón de hondísima experiencia espiritual y don de poeta.
martes, 12 de enero de 2010
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