Durante tres días no abrieron el infocentro y el cyber doméstico de Rosa Sosa. Hoy, jornada de los amigos capadocios, Basilio el Grande y Gregorio de Nacianzo, me pongo al día. La misa del 31 a las 11:00 pm fue solemne. Los aguinalderos se esmeraron. Carmen López, maestra de música, jubilada, hija del difunto Gabriel, dirigió el coro, que había ensayado a las 3:00 de la tarde, para la ocasión. Los sobrinos de Carmen fueron los músicos. Algunos de ellos también son docentes. Hubo más feligreses que en la Noche Buena. Al final, campanas al vuelo, aguinaldos, quema de 'años viejos' en la plaza. Esta vez me retiré pronto a descansar, aunque me tentaba la rumba.
Ayer, al regresar de la acostumbrada caminata matutina, me detuve a desayunar con los del sector Tukuiwokudén, que amanecieron cantando aguinaldos. Para esta buena gente caribe, como para Francisco de Asís, este tiempo es la fiesta de las fiestas, porque celebramos que Dios ha usado pañales. Al mediodía, tumá, comida comunitaria típica, con cantos de ancianos, sede de la tradición. En la tarde, a las 5:00 pm, misa, con más participación de la esperada. La devociòn, en algunos, venció a la resaca. Recuerdo a O. Paz: para el pueblo pobre la fiesta es revuelta contra la dura cotidianidad. Al final de la eucaristía, bautizo de la hija de Lucio Pinto y una González. Lucio es de la familia de Eleuterio, el fiel vaquero, que lleva unos quince años de servicio en el Hato misional local, humilde heredero del famoso Hato Divina Pastora, de los capuchinos catalanes del tiempo colonial.
sábado, 2 de enero de 2010
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