jueves, 3 de septiembre de 2009

Pasajeros en tránsito

Todos somos pasajeros en tránsito. Sabemos que estamos en este mundo de paso. Jesús ha dicho, yo soy 'El Camino'. Los cristianos debemos agradecer la llamada gratuita que Dios nos ha hecho a ser discípulos de Jesús, y al mismo tiempo debemos alabar al Logos que es luz para toda persona que viene a este mundo (prólogo del Evangelio del Águila). El mundo aparece angustiado por el sinsentido, la miseria, la destrucción del ambiente y la violencia. El Maestro de Nazaret puede sacarnos de esos males, si respondemos de corazón a su llamado a la conversión. Conviértanse, el Reino de Dios está a la vuelta de la esquina. En realidad está en medio de nosotros, porque Jesús ha dicho que está donde dos o más nos reunimos en su nombre. También ha señalado al pobre, al sufriente, como su sacramento, al igual que la Eucaristía. Los monjes del desierto leyeron la afirmación de Jesús en clave espiritual: el Reino está en nuestro hondón; si hacemos silencio prolongado, atravesaremos el proceloso y alcanzaremos la tierra prometida. Silencio y solidaridad, dos medicinas para nuestra enferma sociedad. Enferma de ruido y egoísmo.
Al no estar en la cotidianidad de la residencia habitual, en mi caso la misión de Kavanayén, hay más tiempo para caminar, leer y meditar. El miércoles disfruté de un texto de Lucía Raynero sobre Juan Vicente González, un Cicerón criollo, conservador y civilista, culto y polémico; defensor del orden, de las instituciones y del predominio de los civiles; ardua tarea en una América Latina marcada, hasta hoy, por el caudillismo militarista. El jueves he devorado páginas de una revista, nicaragüense y dominica, dedicada a la teología feminista: varias autoras, encabezadas por Elisabeth Schüssler, ofrecen reflexiones desde el ángulo de un feminismo crítico, emancipador y liberador.
Sólo salí unos minutos a comprar una libreta de bolsillo y a caminar un poco. Todo el día estuve en el vetusto convento de La Merced.
También he contado con tiempo para seguir mis sencillos comentarios al Cántico del hermano sol. Recuerdo que Francisco quiso que los frailes nos dedicáramos al apostolado de cantar esa poesía, cargada de siglos y siempre refrescante. Presidí el banquete mesiánico a las 5:00 pm. Loado seas mi Señor por la pacífica cotidianidad.

Cántico del sol V

Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,/ y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,/ por el cual a tus criaturas das sustento./
Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,/ la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.




El poeta y profeta sigue dando alabanzas a Dios. El hermano viento es mostrado en pareja con la hermana agua, como en el principio del Génesis: el Espíritu aleteaba sobre las aguas, y como en el bautismo de Jesús, el Espíritu desciende aleteando sobre el carpintero mesías, en las aguas del Jordán; así mismo en el sacramento celebrado por el Pueblo de Dios. Loado por el sereno y por todo tiempo. El cosmos y la historia tienen cambios, vaivenes, y en medio de las turbulencias, podemos seguir alabando al Altísimo. He visto a una madre pemón cantando alabanzas a Dios en el entierro de su hijo. Grande fe. La alternancia de los tiempos atmosféricos es necesaria para que la tierra nos dé sustento. El pan de cada día es don y tarea. 'El que no trabaje que no coma', dice Pablo de Tarso. El hermano aire y la hermana agua están sometidos, especialmente en las grandes ciudades, a la amenaza de la contaminación. No recuerdo las toneladas de CO2 que los humanos, especialmente los chinos y los usamericanos, lanzamos a la atmósfera. En estos días he leído una síntesis de un informe sobre el cambio climático. Basta que aumente un grado más la temperatura promedio en el globo, para que haya consecuencias terribles. Quiera Dios que la Conferencia de Copenhagen (diciembre, 2009) lleve a todos los gobiernos a realizar la verdad en el amor: diagnósticos serios y tareas solidarias.

Hermana agua, útil: tres cuartas partes del planeta y de nuestro cuerpo son agua; en líquido vivimos, en el vientre materno, y agua necesitamos para nuestros sembrados, bañarnos, lavar y beber. Hermana humilde, que por obra de la gravedad siempre va buscando el último lugar. Preciosa agua que refleja los rayos de luz de las preciosas lumbreras: riela. Hermana que requerimos sea pura y casta, pero nos empeñamos en ensuciarla. Cada uno puede evocar momentos en que ha sentido más la fraterna presencia de esas criaturas nombradas por el poeta: las lumbreras, el viento y las aguas, y también de la madre tierra. En el zen un ejercicio interesante, que nos lleva a sintonizar con el cuerpo y con el Cosmos, es tomar conciencia de lo que oímos, vemos, olemos, gustamos, sentimos. La Sierra de Perijá y los ríos de sus cuencas (Apón, Negro, Yaza, Tukuko, Sta. Rosa, Aricuaizá...); el Ávila y sus quebradas, especialmente Catuche; la Gran Sabana, sus tepuyes (particularmente Apaurai, Sororopán, Akurimá, Auyán) y sus ríos, especialmente Karuai, Aponwao, Kukenán y Caroní... son parte entrañable de la vida de este escribidor.

Cántico del sol IV

Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,/en el cielo las has formado claras y preciosas y bellas.



El sol y la luna hacen pareja: lumbreras mayor y menor. La luna y las estrellas nos brindan su luz en la noche. Creaturas claras, preciosas y bellas, como la plantita de Francisco, que dejara su vida de mujer noble para consagrarse al Hijo del Altísimo, bajo la guía espiritual del Pobre de Asís, minor por origen (no era noble) y por opción evangélica, destacada en el magisterio latinoamericano posconciliar: Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida. En la noche más oscura de su existencia, el Guía buscó la ayuda luminosa de su plantita, Clara, que le recordó que debía practicar la desapropiación, no sólo de su jarra artesanal, sino de la Orden, para recuperar la paz. Fuerte tiempo de tensión entre Francisco y los clérigos en la Orden, que contaban con el apoyo del Cardenal Hugolino, luego Papa. Suave firmeza de la preciosa y bella alma gemela de Francisco. Paz y gozo recuperados por el exmercader, servidor de leprosos y amigo del halcón que lo visitaba en el monte Alverna, donde el Altísimo quiso regalarle las marcas del Crucificado.
Dice Ignacio Lepp que las relaciones más enriquecedoras son las heterosexuales, porque son complementarias (Martes y Venus), pero que simultáneamente son difíciles fuera del matrimonio, porque pueden poner en riesgo el proyecto de vida (matrimonial o célibe). Francisco y Clara son una pareja de amigos entrañables, que se ayudaron uno al otro a crecer en el seguimiento de Jesús de Nazaret, en oración, fraternidad y minoridad, en obediencia y castidad, en medio de una sociedad feudal y una Iglesia hecha a imagen y semejanza de dicha sociedad, con un Papa y unos obispos que eran señores feudales ('mayores'), con sus respectivos ejércitos. Los jungianos afirman que todos tenemos animus y anima, es decir, vigor masculino y ternura femenina. Así tituló Leonardo Boff su obra sobre Francisco de Asís. Francisco enriquece su anima con el animus de Clara y la plantita renueva su animus en el anima del Pobrecillo. En Conocoto, Quito, los formadores capuchinos de buena parte de América Latina, subcontinente marcado fuertemente por el machismo, hemos tenido la ocasión de reflexionar, dialogar y orar sobre nuestra afectividad y sexualidad. Una de las conclusiones ha sido que todos necesitamos cuidar esas dimensiones tan hondas (self en lenguaje de Jung), y para ello debemos cultivar relaciones entrañables en la Fraternidad (Orden) y fuera de ella, con mujeres y varones, clérigos, religiosos (as) y laicos (as). Por ahora no hay clérigas... Acompañados para acompañar, especialmente a los jóvenes en general y a los aspirantes y formandos en particular. Otrosí: si uno no cuida el self vive en el nivel del ego (la conciencia) y la persona (máscara o rol), con el peligro de perder hondura y vitalidad. Hay clérigos y religiosos a quienes ocurre eso, convirtiéndose en fariseos, superficiales y rígidos, sepulcros encalados (cadáveres perfumados, con incienso u otra esencia), que se encaraman en su institución, despóticos, y machacan a los que se acercan.