Unos días de vacaciones son ocasión para compartir con los familiares y los amigos. Hoy salí temprano de casa paterna, después de beber el cafecito mañanero, preparado por Cheo García, no el de la Billo's, sino el de María Chourio, es decir mi progenitor. El Obispo ya estaba revestido cuando entré a sacristía. Se quitó sus ornamentos y dejó que yo presidiera la misa de 6:30 am. Él tiene que celebrar la misa vespertina. Después de misa volví a casa. Dialogué un poco con padre y madre. Daniel, el amigo wayú de mis hermanos, que ha estado haciendo vida familiar con mis padres durante los últimos meses, casi todo un año, se marchó ayer. Geraldine, hija de Juan, veterano caporal de la finca, ha venido a hacer tareas domésticas. Fui antes de las 8:00 am a pedir permiso al párroco, Pbro. Carlos, para usar su computadora. Leí y respondí los mensajes electrónicos, ojié la prensa, especialmente El Nacional, y realicé algún ejercicio de escritura (Reminiscencias, como Tagore, salvando la distancia).
Después de dos horas de internet y escritura fui a caminar. Aproveché para hacer alguna compra para la casa: Corn Flakes, detergente en polvo y vino chileno (Misiones de Rengo), el tinto más barato en la licorería conocida antres como la Copa, ahora llamada El Gran Ranchón.
Almuerzo con padre y madre. Siesta. El tiempo libre es oportunidad para disfrutar páginas de Conversaciones, obra de Ciorán, escritor rumano que viviera y muriera en París, en el siglo pasado. Escéptico y simultáneamente buscador de la mística. Frases suyas, en sus Cuadernos y otros textos: 'un escéptico es un místico fracasado; quise ser místico y no pude; me fascinan Buda y Sta. Teresa de Ávila; Sta Teresa fascinó a una filósofa judía, Edith Stein, hasta hacerla convertirse en monja carmelita, dejando el judaísmo y la academia; sólo son envidiables los que saben rezar; me da asco el optimismo antropológico de los marxistas (¿oyeron psuvistas?) que creen que se puede hacer una nueva sociedad sin tomar en serio el pecado original y sin la ayuda de Dios...'.
En la tarde fui a jugar basket, haciendo equipo con Ramón León y un joven desconocido. La cancha es ocasión para ver lindas del volley ball. Loado seas mi Señor, las has creado preciosas y bellas. Llega Edgardo Turizo y me hace preguntas sobre el caso del P. Alberto y sobre el celibato sacerdotal. También sobre el avance de los hermanos protestantes y el inmovilismo católico. Intento darle respuestas honestas. El P. Alberto es un ser humano, por tanto frágil. Turizo insiste en que lo que no acepta es la forma: 'el debió pedir permiso, dejar el ministerio y casarse, en la Iglesia católica'. Lo acepto. El celibato obligatorio nació en el concilio de Elvira (concilio regional) y tardó siglos en llegar a ser obligación universal. Es por tanto una decisión de derecho que puede cambiarse, aunque Juan Pablo II, el Magno, haya dicho que no. Pedro tuvo suegra, Pablo habla de que los obispos sean casados una sola vez, es decir que si queda viudo no vuelva a casar... Después de la cancha, a casa de Ramón, que tiene que marcharse a una reunión de basketbolistas que irán en noviembre a Cartagena de Indias, ciudad embrujadora para el Gabo. Quedo con Zulay, ama de esta casa hospitalaria y con su hija Daniela. Luego llega Tomasito, el hijo más pequeño, pero ya mi contrincante en pingpong.
lunes, 20 de julio de 2009
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