jueves, 2 de julio de 2009

domingo XIV

Los que rodeaban a Jesús veían sólo un ser humano. Es verdad que era un ser humano especial, desconcertante: libre ante la familia, los discípulos y las autoridades, políticas o religiosas; firme e irónico con los que se creían buenos; tierno con los niños y las mujeres; desafiante ante el rigorismo y el nacionalismo de campanario; narrador excepcional por sencillez y profundidad; taumaturgo itinerante; solidario con los empobrecidos...
Jesús creció en Nazaret, un pueblito insignificante; al parecer ni siquiera aparecía en los meticulosos mapas romanos. Un rincón del grande y poderoso imperio romano: compleja máquina de dominar y matar. Los imperios son una constante en la historia de la humanidad. Agustín de Hipona admiraba especialmente el imperio asirio. Israel tuvo que crecer entre dos gigantes: los egipcios y los babilonios. El texto bíblico está cargado de sufrimientos causados por los imperios al pueblo de Dios, en el antiguo y en el nuevo testamento. El imperio romano dominaba Israel, pero no pudo vencer al Crucificado, que resucitado anima a sus discípulos, quienes terminan haciendo de la capital del Imperio, la capital de la Iglesia.
¿De dónde saca este carpintero esa sabiduría y esas obras admirables? No pasó por las escuelas rabínicas... Hoy diríamos, no hizo ningún doctorado en la Gregoriana o en Tubinga. Juan, el evangelista conocido en la tradición como el águila, de alto y majestuoso vuelo, nos lo dice desde el prólogo de su versión del evangelio: en el principio, antes del Universo, ya existía la Palabra, y la Palabra se hizo hombre y puso su tienda de campaña entre nosotros, para hacer con nosotros el camino de la liberación, el éxodo de la historia... subir la gran cuesta del reino animal, dice Silvio Rodríguez.

en el hogar del Kavanarú III

Rutina matutina. En misa, comentario al evangelio hodierno: Jesús que sana al paralítico íntegramente, en su espíritu y en su cuerpo. Un modelo de pastoral. El Buen pastor, que conoce a sus ovejas y da su vida por ellas, es la fuente de la acción eclesial. La misión de la Iglesia es la misión del Buen pastor: trabajar para que todos tengamos vida abundante: anuncio de la Palabra, celebración de los misterios, formación de los creyentes, lucha por los derechos humanos (aquí especialmente por el derecho al territorio pemón y por una educación de calidad, con rasgos propios, incluyendo el nivel superior).
En clase con los postulantes, carta del Hno. Ministro General, Mauro, llamándonos a reavivar la llama de nuestro carisma, el regalo que el Espíritu Santo ha hecho a la Iglesia en la vida de Francisco de Asís y en la Familia Franciscana. En este centro misional hay niños y jóvenes franciscanos, seglares, religiosas (franciscanas del sagrado corazón) y frailes capuchinos. En el Cántico de las creaturas, la llama, es decir el hermano fuego es caracterizado como bello, alegre y fuerte. Belleza del carisma que el pobrecillo nos ha legado: vivir el Evangelio en medio de los empobrecidos, siendo testigos de la oración, la fraternidad y la minoridad (humildad, austeridad, solidaridad, servicio). Fortaleza de quien se sabe acompañado por el Espíritu Santo (de quien viene el carisma). Gozo que nace de la sintonía con quien afirmó: que mi alegría esté en ustedes y la alegría de ustedes sea plena.
En diálogo con Fr. Álex: detalles de administración (esta es una de sus tareas) y una consulta sobre un aspirante local. Un exmaestro que quiere ir a la última convivencia vocacional, para ingresar en el postulantado. Ambos creemos que puede ir a la convivencia, pero debe hacer un año de seguimiento antes de ingresar. Cada hermano que llega a las puertas de la Orden, pidiendo ingreso, es un regalo de Dios; pero al mismo tiempo hay que hacer discernimiento. La pregunta clave es si el que viene tiene pasión por el seguimiento del Mesías carpintero.