miércoles, 21 de octubre de 2009

seguimos en la lucha

El Gerente Pedro, según empleados de Edelca 'el jefe', porque el Gral. Hipólito es ahora el presidente de Corpoelec, vino para decir una boutade, es decir una cosa que sonó a tonta trampa a los exempleados de Evcaven, cuyos dueños parecen ser los hermanos Chacón (Jessie y otro: la boliburguesía, pues): 'sólo hay una salida, que ustedes hagan la demanda, que se habilite un tribunal y así, los bienes de Evcaven, que Edelca ha retenido, servirán para pagarles sus justos reclamos'. Antes del gerente habían intervenido el capitán de la comunidad, Filiberto, la excapitana Irene, un delegado sindical, Domingo... Francisco, el secretario del capitán, filmaba todas las intervenciones. Los pemones ya entraron en la tercera revolución económica (agrícola, industrial y telemática). Felícita, una de las agraviadas por Evcaven, propuso que se dejara la palabra al gerente y sus dos acompañantes (uno de ellos no se presentó; se dedicó a fotografiar sistemáticamente a la asamblea). La respuesta de los exempleados fue contundente: 'parece que ustedes son sordos o ciegos; en las distintas comunicaciones escritas expresamos que queremos dialogar con Hipólito, no con intermediarios. El campamento sigue tomado mientras no tengamos respuesta satisfactoria a nuestras justas demandas. No queremos más mentiras ni retrasos'.

El capitán y otras personas, finalizada la asamblea, nos acercamos al campamento para hacer eco con los tomistas. Estos se reunieron y decidieron pedir al capitán algunas llaves, para preparar café para los miembros de la Comisión de seguridad y estar pendientes de la radio y los teléfonos. Entregaron, en cambio, las llaves del vehículo retenido el sábado en la noche. El capitán dice, junto con los exempleados, que las llaves deben seguir en manos del fraile. Levantamos un acta de estos acuerdos.

El martes en la mañana Hipólito llamó por teléfono y dialogó con Herminio, operador de comunicaciones, empleado de Edelca. Luego iba a hablar con el capitán y el delegado sindical. No sé que sucedió, porque me fui a almorzar y, en la tarde, viajé a la capital municipal, dejando las llaves en manos de Fr. Alexánder, con las indicaciones escritas firmadas por el capitán, Felícita y un servidor. Informalmente supe que se espera la venida de Hipólito con el pago reclamado. También escuché el comentario de que el comandante de Fuerte Manikuyá había sido consultado para llevar tropas a Kavanayén y, prudentemente, se había negado a esa acción. No puedo asegurar la veracidad de estos comentarios. Sólo los reseño.