viernes, 26 de junio de 2009

los makunaima VIII

Chiké y su hermano mayor siguieron con sus aventuras. En una ocasión observaban a Onoré (la garza) que pescaba, y decidieron robarle su anzuelo. Chiké se convirtió en aimara (pez grande) y cortó con sus afilados dientes el anzuelo. Más adelante, después de haber aprendido a pescar, quisieron tener fuego. Para poder obtenerlo, nuevamente Chiké, el menor, se convirtió en grillo y fue hasta la casa del ave Mutuk (portador del fuego) y logró robarle una chispa, aunque saliera chamuscado. De allí las manchas de algunos grillos, dicen los pemones. Observación de la naturaleza, aprender de ella, procurarse el alimento de cada día, ingenio… son algunas de las virtudes que aparecen en este trozo del mito, si bien acompañadas del acto de robar.
Miren los lirios y las aves, aprendan de ellos, dijo el Profeta de Nazaret. Los pemones tienen una entrañable convivencia con la naturaleza. Es una clave cultural que debe ser especialmente cuidada y valorada, porque la Humanidad entera necesita de esas reservas de sabiduría para salvar la tierra y por tanto, para salvarse. La ecología, tarea urgente, es el reconocimiento de que este mundo es nuestra oikos (casa): de allí vienen ecología y economía. Hasta ahora la economía ha sido entendida y realizada como antiecológica, pero esto es absurdo. La ley de la casa (eco-nomía) no puede ir en contra de la lógica de la casa (eco-logía). Nomos (ley) y logos (palabra) deben coincidir para bien de todos. El aprovechamiento de los recursos naturales no debe llevarnos a la destrucción de la casa. Todas las culturas indígenas tienen mucho que enseñar en esto al mundo industrializado.

los makunaima VII

Los Makunaima siguieron su búsqueda del padre. Se enteraron de que los espíritus llamados mawariton (plural de mawarí) lo habían encarcelado, bajo un monte que parecía una ollita de barro (oinú) puesta boca abajo. Chiké logró establecer amistad con una mawarí, que los llevó hasta las entrañas de la montaña. Luego, con sus artes mágicas, Chiké abrió un hueco y escaparon los dos hermanos y el sol, su padre. El sol, molesto por lo ocurrido, decidió ir al cielo, a recorrer el camino que cada día hace, brindándonos su luz. Este pasaje es muy profundo: el sol aprisionado en oscuro lugar. Parecía que las tinieblas vencían a la fuente de la luz. Obvia semejanza con la pascua judía (el pueblo atrapado entre el ejército imperial y las aguas del Mar Rojo) y la pascua cristiana (Jesús aparecía derrotado en la cruz). Pero en ambas pascuas el Altísimo muestra su poder: el pueblo es liberado (los opresores humillados), el Profeta carpintero resucita (las autoridades judías y romanas quedan desconcertadas).
Los Makunaima liberan al sol. Los hombres salvando el cosmos. Una clave ecológica: tenemos tareas para el bien de la creación entera, que, según dice Pablo de Tarso, gime con dolores de parto, queriendo salir de la esclavitud a que fue sometida por el mal destructor. En un texto que recoge lo dialogado en el primer congreso pemón (década de los ochenta del siglo pasado), está, en boca de una abuela, la siguiente idea: el sol ha despertado a los hijos de los Makunaima (los pemones), que permanecieron adormecidos y dominados en la Colonia y en la República. También en la quinta, porque se ha hecho poco y mal, como señala Rigoberto Lanz, por estatismo, corrupción e ineficiencia. Yo añado, militarismo e hiperliderazgo, es decir, caudillismo. Los actuales hijos del sol deben comprender que sólo fortaleciendo la propia organización, sin dejarse instrumentalizar por el aparato estatal omnívoro, podrán ser fieles a su tradición y seguir su propia ruta.

los makunaima VI

El tigre tuvo que partir de nuevo a cazar. Los Makunaima recuperaron su forma natural y se ofrecieron para ayudar a la mujer-sapo a hacer un conuco. Dura brega que implica talar y quemar. Cuando hacían la segunda tarea, los Makunaima lograron cercar a la asesina, con fuego, y la quemaron. La mujer sapo estalló en mil pedazos ígneos. Los Makunaima corrieron hacia un cercano río y pidieron al caimán que abriera su boca. Se hicieron pequeños y se refugiaron en el vientre del amigo, cuya piel ahora es arrugada por haber sufrido el efecto del agua hirviendo, calentada por los trozos ardientes de la mujer sapo.
La venganza es un movimiento espontáneo en el ser humano. La famosa ley del talión (ojo por ojo) era un intento de que la venganza tuviera medida (no dos o tres ojos por ojo). Pero el Maestro ha venido a hacer pedazos nuestra manera de ver el mundo. En lugar de venganza, perdón. Cada vez que rezamos el Padre nuestro le decimos a Dios: perdónanos así como nosotros perdonamos. El Maestro crucificado rezó así: perdónales, porque no saben lo que hacen.
El caimán, un amigo que sirve de refugio. Ben Sirac capítulo 6: un buen amigo es un refugio. Quiera Dios que todos podamos disfrutar de la amistad profunda y duradera. ‘Ya no los llamo siervos, sino amigos’, dice el Buen Jesús. Él es el mejor amigo. Nadie nos conoce como él, nadie nos quiere como él, nadie puede ayudarnos tanto como él. Él también ha sufrido para librarnos del mal. ‘Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amados’. Mi maestro de novicios decía que las promesas de amor de muchas parejas son de este tenor: ‘Te amo eternamente (hasta el viernes por la tarde)’. El paréntesis no es explicitado, claro está; pero está en la intención, porque el viernes empieza la parranda que puede dar lugar a aventuras que ponen límite a la eternidad prometida.