S. Juan es conocido en la Tradición como el águila, de majestuoso vuelo y poderosa mirada. Es el último evangelio en ser redactado (al final del siglo I). Es sorprendente la combinación de profundas reflexiones teológicas con precisos datos históricos.
En el evangelio según S. Juan está dicho claramente para qué se cuentan los hechos de Jesús, incluyendo las señales admirables, los milagros: para que creamos que ese pueblerino, carpintero, predicador itinerante, que no pasó por las escuelas rabínicas, es el Hijo de Dios.
Hay una íntima relación entre las autoidentificaciones de Jesús, con los famosos 'Yo soy' y sus milagros: en este caso podemos ver el hecho de la multiplicación de los panes, en el comienzo de este capítulo, sexto, y su correspondiente 'Yo soy el Pan de vida'. Jesús ha dicho a los maestros de la Ley: ustedes escudriñan las escrituras queriendo encontrar en ellas vida, pero no las entienden porque no creen en mí. Si queremos comprender las escrituras, el cosmos y la historia, la realidad toda, incluyendo al Dios Creador, debemos creer en Jesús de Nazaret. La fe busca entender y el entendimiento busca creer, dijo el genial africano, Agustín de Tagaste y de Hipona. Es desde la entrega confiada a ese amigo fiel (Ben Sirac, 6) que podemos entender, a pesar de que mientras vivimos en este mundo vemos todo como en un espejo y oscuramente, citando a S. Pablo.
Jesús se compadece del que sufre, siente las necesidades de quienes le rodean, aprovecha los recursos disponibles, aunque parezcan risibles, multiplica esos recursos y da de comer a una multitud. No sólo predica la buena noticia, sino que se hace buena noticia para quienes le rodean.
Es obvia la relación entre el 'Yo soy el Pan de vida', el gesto de la multiplicación de los panes y el sacramento de la eucaristía. Nuestro obispo, del Vicariato del Caroní, dice que no se puede hablar entre los pemones de la eucaristía sin hacer referencia a los 'tumá', las espontáneas comidas comunitarias de los caribes de la Gran Sabana, experiencias de reciprocidad y gratuidad. El banquete es hecho con los aportes de muchas personas y todos tenemos derecho a tomar parte en él. Así la comunidad hace el banquete y el banquete ayuda afortalecer los lazos comunitarios. Pura teología de la koinonía, comunión de bienes y comunión de los santos.
jueves, 23 de julio de 2009
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