Hoy es día de S. Buenaventura, doctor seráfico. Sólo unos pocos santos y santas son reconocidos por la Iglesia como doctores, es decir, como maestros en la fe que aportan un ángulo novedoso y profundo en la lectura de la inmensa Tradición. Buenaventura de Bagnoreggio fue fraile franciscano. Los expertos en su teología afirman que teologizó la experiecia espiritual suya y de Francisco de Asís. Su obra más famosa es el Itinerario de la mente hacia Dios. Buenaventura siguió la línea agustiniana de pensamiento, que valora mucho los aportes filosóficos de Platón, discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles. Todavía hoy quien quiera estudiar filosofía debe bregar con esos autores griegos y con su predecesor Heráclito, el filósofo del Logos, cuya obra sorprendía a los Padres, los primeros teólogos cristianos, por su semejanza con el Evangelio joánico, cuyo prólogo afirma taxativamente, 'en el principio existía el Logos... y el Logos se hizo carne y habitó entre nosostros'.
En la caminata y meditación matutinas pasaba por el cementerio cuando, al ver unas bellas paseantes, recordé a un pensador de Medellín: sólo hay tres cosas importantes, las chicas, la muerte y el Trascendente. Las creaturas bellas y la muerte deben hablarnos del Creador trascendente. Loado seas mi señor, por las estrellas, tú las has creado claras, preciosas y bellas... cantaba el Pobre de Asís. El Señor también ha creado a las chicas bellas (y así mismo a las no tan bellas). Diotima, maestra de Sócrates, según dialogo de Platón, le llevó de la belleza de los cuerpos, pasando por la belleza de la armonía ciudadana, a la belleza del chispazo místico, el encuentro con el Trascendente, fuente de todo bien, de toda verdad y belleza.