Soy ciudadano venezolano formado en la democracia y en la fe cristiana, fraile y sacerdote, es decir, ministro del pueblo de Dios que es la Iglesia. Fascinado por el poder de la palabra: lector y escritor. Sembrado por opción, durante dos décadas, en medio de los pueblos indígenas en Venezuela: regalo existencial que agradezco a Dios, a la Iglesia y a la Hermandad capuchina.
Desde esa existencia, cargada de vivencias entrañables, veo la realidad, la paso por el cernidor, escribo sobre ella y trato de actuar según la enseñanza del Maestro Jesús de Nazaret, es decir de realizar la verdad en el amor.
Parece que alguien ha usado textos míos para atacar a personas queridas. Lamento que mis palabras puedan ser convertidas en armas arrojadizas contra amistades. Me duele ver a la patria enferma de bipolaridad política (rojo-azul) y con una tendencia a ser sociedad policíaca. Me niego a la censura. Evoco al Maestro, libre ante su familia, los amigos y las autoridades (religiosas y políticas). Él nos muestra que la Verdad libera. Si alguien se siente herido que me escriba o llame, siempre estoy dispuesto para el diálogo.
He escrito haciéndome eco de opiniones políticas archicríticas, pero no creo haberme cegado por la nombrada polarización. No me gusta la hipersensibilidad de la gente del Estado. He tratado de seguir siempre mi convición: lo familiar y social es más importante que lo político-partidista. Me encanta un verso de Ernesto Cardenal: Feliz el hombre que no sigue consigna del Partido.
En ocasiones, algunas de ellas reseñadas en este blog, he puesto freno a mi acidez en consideraciones políticas. Me esfuerzo en escuchar la realidad pluriforme, multidimensional, rica. Por eso hay textos sobre espiritualidad, pueblos indígenas, Biblia, teología, liturgia, sicología, pedagogía, sociología, antropología, cotidianidad, historia, filosofía, literatura...