Esta mañana Chipy preparó el desayuno y se marchó a su guardia dominical, como bioanalista. Virgilio y las dos chiquillas, Mariángel y María Lucrecia, me acompañaron a la pequeña capilla de la urbanización Juana de Ávila, en esta calurosa capital zuliana.
Confesé, un poco, antes de misa; presidí la eucaristía; saludé al rector de este templo, Pbro. Isidro, a quien desde el seminario le decían 'El Chamo'. Me despedí de la tía Angélica, que vive cerca de esta capilla, de su hija Alicia, y de algún otro pariente. Soján, amiga entrañable, me llevó a su casa. Su esposo es chef, formado en una academia maracucha. Él cocina un plato fruto de su imaginación de cocinero. Los otros invitados son sus ahijados de matrimonio. La ahijada es colega de Soján en La Universidad del Zulia.
Soján fue alumna de las Franciscanas del Sagrado Corazón, en el colegio que lleva nombre del Pobre de Asís, en esta ciudad lacustre; participó en la juventud franciscana; egresó de LUZ en Bioanálisis y es profesora en la misma institución. Está haciendo su tesis de doctorado. Hace poco perdió a su querida madre. Su hijo, José Ignacio, alumno del colegio local del Opus Dei, es un pequeño terremoto doméstico.
Un amigo fiel es un refugio seguro, dice el Ben Sirac 6. La experiencia de la amistad profunda, como todo lo bueno de la existencia, es un regalo del Altísimo. Jesús mismo nos invita a ser sus amigos. Debo agradecer a Dios el poder gustar de la amistad de tanta buenagente que me brinda su cariño y su compañía en el camino hacia la casa del Abba. Otra cita del Eclesiástico (BSir 27): ama a tu amigo, confía en él. Amistad y confianza son experiencias nutritivas y luminosas. Loado Seas mi Señor por todos los amigos y amigas que me has dado.
domingo, 9 de agosto de 2009
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