El tigre tuvo que partir de nuevo a cazar. Los Makunaima recuperaron su forma natural y se ofrecieron para ayudar a la mujer-sapo a hacer un conuco. Dura brega que implica talar y quemar. Cuando hacían la segunda tarea, los Makunaima lograron cercar a la asesina, con fuego, y la quemaron. La mujer sapo estalló en mil pedazos ígneos. Los Makunaima corrieron hacia un cercano río y pidieron al caimán que abriera su boca. Se hicieron pequeños y se refugiaron en el vientre del amigo, cuya piel ahora es arrugada por haber sufrido el efecto del agua hirviendo, calentada por los trozos ardientes de la mujer sapo.
La venganza es un movimiento espontáneo en el ser humano. La famosa ley del talión (ojo por ojo) era un intento de que la venganza tuviera medida (no dos o tres ojos por ojo). Pero el Maestro ha venido a hacer pedazos nuestra manera de ver el mundo. En lugar de venganza, perdón. Cada vez que rezamos el Padre nuestro le decimos a Dios: perdónanos así como nosotros perdonamos. El Maestro crucificado rezó así: perdónales, porque no saben lo que hacen.
El caimán, un amigo que sirve de refugio. Ben Sirac capítulo 6: un buen amigo es un refugio. Quiera Dios que todos podamos disfrutar de la amistad profunda y duradera. ‘Ya no los llamo siervos, sino amigos’, dice el Buen Jesús. Él es el mejor amigo. Nadie nos conoce como él, nadie nos quiere como él, nadie puede ayudarnos tanto como él. Él también ha sufrido para librarnos del mal. ‘Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amados’. Mi maestro de novicios decía que las promesas de amor de muchas parejas son de este tenor: ‘Te amo eternamente (hasta el viernes por la tarde)’. El paréntesis no es explicitado, claro está; pero está en la intención, porque el viernes empieza la parranda que puede dar lugar a aventuras que ponen límite a la eternidad prometida.
viernes, 26 de junio de 2009
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