jueves, 30 de julio de 2009

En el Tukuko

Ayer estuve en el centro misional Los Ángeles del Tukuko, fundado por Fr. Cesáreo de Armellada. Ha sido siempre el principal bastión de la presencia capuchina en la sierra de Perijá, especialmente entre los yukpas. Allí viven los frailes Nelson Sandoval, superior, y Víctor Marcos, recientemente condecorado en sesión especial del Consejo legislativo del Estado Zulia, realizada en Machiques, en la plaza Bolívar. Hace poco han sido destinados, para reforzar el equipo misional, los hermanos Alfonso Mora y Wolfan Molina. El segundo será el maestro de prenovicios, es decir de los estudiantes capuchinos que ya pasaron por el postulantado, en Kavanayén. Wolfan será ordenado sacerdote, en su Colón natal, el sábado 01 de agosto, para celebrar su primera misa el domingo 02, día de N. S. de los Ángeles, advocación mariana vinculada a La Porciúncula, la pequeña capilla cuna de la familia franciscana, lugar predilecto de Francisco de Asís, el poeta cósmico.
Ir al Tukuko y estar allí es ocasión para muchas evocaciones. Ayer, apenas llegamos, a media mañana, tuve entrevistas con cuatro jóvenes aspirantes. Luego, almuerzo, siesta, otras dos entrevistas. Son en total seis aspirantes. Más tarde jugamos basket en la vecina cancha, con la anuencia de mujeres yukpas, que esperaron para jugar luego volley ball. Los formadores derrotamos a un equipo constituido por un exformando, un formando y un aspirante. El viceprovincial, Kiko, era espectador, junto a niños, jóvenes y mujeres yukpas. En el descanso, yo comenté a Richard, vicemaestro de novicios: un momento tranquilo y deportivo en medio de una realidad tan dramática; una comunidad yukpa penetrada hasta los tuétanos por la narcoguerrilla. Un secreto a voces. Recuerdo que en una oportunidad dialogaba con dos amigas, una yukpa y otra docente criolla, sobre la presencia de esos irregulares en las comunidades de la Sierra de Perijá. Después de compartir muchos datos y anécdotas, ellas dijeron: contigo, por ser amigo y fraile, nos atrevemos a hablar de esto; pero a veces no confiamos ni siquiera en los colegas maestros. Triste y compleja realidad. Una religiosa me contó que en una ocasión un oficial de nuestra 'gloriosa' FAN la interrogó: '¿conoce usted al comandante Tal (guerrillero)?' y ella le respondió, 'sí, yo lo vi a usted comiendo sancocho con él, el fin de semana pasado'. Sin comentarios.