viernes, 2 de octubre de 2009

entre arekunas

Ayer en la noche tuvimos un hermosísimo acto de elección de la reina de las fiestas patronales. La ambientación, los trajes, los bailes, los mensajes de las bellas arekunas, el banquete final, todo hablaba de las raíces culturales del pueblo pemón, por eso los ancianos fueron protagonistas. Nada fácil la tarea del jurado. Finalmente, de entre las seis representantes de los sectores de la comunidad de Kavanayén, cuyo centro misional tiene 66 años, resultó reina Yosibí, quien robó el corazón a la asamblea entera con sus palabras, cuando llamó a todos, especialmente a los jóvenes a sentirse orgullosos de su identidad indígena, incluyendo sus creativos trajes típicos. Ella lucía un traje hecho con musgo y liquen, con forma y color de Tucusito, pues era la candidata del sector Tukui wokuden, es decir, el vaso del Tukusito, tepuy ubicado al oeste de esta población, capital arekuna, subgrupo pemón. Todas las bellas portaban trajes confeccionados con mucha creatividad. Cada una se expresó con seguridad en su idioma caribe. La reina nos llamó a la mesura en las celebraciones. Pidieron al párroco unas palabras de cierre, después del banquete, gastronomía local: recordé la primera lectura del día, del libro de Nehemías, donde Esdras y el gobernador llamaron a la asamblea, que escuchaba con llanto la Palabra, a comer y beber con alegría, en días de festejo. Felicité a los organizadores por el bello acto celebrado. Subrayé las palabras de la reina exhortando a reforzar la identidad pemón y a moderarnos para no tener que lamentar hechos de violencia.

Esta mañana, a las 08:00 am, celebramos la misa, en memoria de los ángeles custodios, animada musicalmente por los docentes de las escuelas bolivariana y robinsoniana (agropecuaria). La homilía estuvo centrada en el testimonio del difunto Fr. Deogracias en el Caminito de Sta. Teresita. Deogracias, fraile capuchino, fue más de cuatro décadas misionero en medio de los pemones. Hombre de oración, sencillez, buen humor... un testigo de la infancia espiritual. Les escribo desde el cyber de Kavanayén, iniciativa de dos Rosas, Urriza y Sosa, ambas empresarias.