lunes, 12 de julio de 2010

Undécimo haiku.

Undécimo haiku: Yahvé es mi guarda;/ ¿por qué dicen a mi alma:/ huye al monte?

Toda criatura experimenta los vaivenes de la existencia. Somos ontológicamente pobres. Somos contingentes: somos y podemos dejar de ser. Pero los creyentes podemos confiar nuestra fragilidad a aquel que nos regala vida y fe. Jesús afirma rotundamente: el Padre ha puesto todo en mis manos (Lc 10, 22).

Evangelio dominical y Stromata

Ayer, otro día conventual. Laudes y misa matutinos. Evangelio del día con muchos detalles para la reflexión. En el silencio acontece la Palabra que nombra la pregunta del escriba al Maestro carpintero, y la respuesta del mayor artista de la parábola, canon de humanidad: parábola del buen samaritano. Sacerdote y levita salen mal parados; no nombró Jesús a los fariseos, a pesar de la malicia de la pregunta del escriba, según el evangelista (Lucas) . Una crítica profunda a la práctica religiosa centrada en el templo, la liturgia, el incienso... olvidando lo principal, la justicia y la misericordia. El samaritano, visto por los judíos como pagano, es el modelo a seguir, por su solidaridad con el caído. Trágica actualidad, especialmente en las ciudades venezolanas, de la anécdota del atracado y herido. Escalofriantes cifras de violencia mortal, cada fin de semana. Los malandros, aún encarcelados, dueños de vidas y castillos.

En la mesa de la hemeroteca encuentro dos números de Stromata con artículos muy interesantes de Scannone y Dussel. El primero es jesuita, el segundo seglar. Dussel habla de la centralidad del compromiso con los empobrecidos para hacer una necesaria tarea de diálogo intercultural entre diferentes tradiciones, terminando con la hegemonía griega, alemana, europea, norteamericana, en la reflexión filosófica. Scannone destaca el aspecto misterioso (sacramental-trascendental) en el compromiso cristiano con los empobrecidos. En otro artículo Scannone, a partir del método de Lonergan y de Blondel, ambos influenciados por los Ejercicios espirituales de Iñigo de Loyola, habla de la necesaria conversión afectiva para vivir con autenticidad (vivir para el bien y la verdad). Llamadas repetidas a estar atentos (experiencia), a ser inteligentes (razón y teoría) y solidarios (ética y praxis). La pérdida de la autenticidad es la causa del absurdo social: democracia con grandes mayorías marginadas; naciones 'católicas' con violencia creciente (doméstica y ciudadana); proclamas indigenistas con prácticas colonialistas...