miércoles, 19 de agosto de 2009

Quito III

Rutina matutina: levantada, aseo, revisión del buzón-e y lectura de El Nacional; misa y laudes. Desayuno. El primer encuentro del día: lectura de la síntesis del día anterior, por parte de Fr. Mariano, maestro de novicios de Perú. Luego, orientaciones hodiernas, a cargo de Fr. Alfonso Mora, vicemaestro de prenovicios de Venezuela. El resto de la mañana es para trabajo personal: lectura y meditación de un texto de Kevin Flaherty, jesuita del Perú, especialista en acompañamiento sicoterapéutico y espiritual. El texto insiste en la importancia de la trasparencia en la vida y en la formación. Cada uno debe revisar sus utopías y heridas. Al mediodía conversé con Fr. Miguel Ángel, siempre sonriente, veterano formador y superior mayor de Chile, aunque nacido en España. Le hice dos consultas, a las cuales correspondió con ciencia, experiencia y unción. Le parece muy valiente le decisión de nuestra viceprovincia de replantear radicalmente el itinerario formativo. Sugiere monitorear mucho el nuevo proceso, porque el camino es nuevo y algunos formadores novatos. Es importante cuidar el acompañamiento de calidad y unos contenidos teóricos que ayuden en dicho itinerario a la madurez humana, cristiana, religiosa y capuchina. Varios hermanos fueron a jugar fútbol. Yo, dado que ayer me agoté, por la altura, decidí descansar y lavar la ropa. Desde la azotea, lugar del lavadero, hay unas vistas hermosas; techos rojos, pastos, pinares, un par de bellos caballos.
El Hno. Piero, peruano, miembro del secretariado de formación, nos presentó el organigrama de la Oficina general de formación, que incluye al secretariado, la presidencia, que corresponde a un definidor (consejero del Ministro general) y el Consejo internacional (órgano consultivo constituido por un hermano representante de cada conferencia). Una conferencia es un conjunto de circunscripciones (provincias, viceprovincias o custodias). Son trece conferencias. Toda Suramérica, menos Brasil, constituye la CCA (Conferencia capuchina andina). Vísperas, cena. Los representantes de Venezuela, Colombia y Ecuador dialogamos informalmente, aunque con presencia del Ministro de Ecuador, sobre la propuesta de un noviciado de las tres circunscripciones, en Colombia, para el año 2010 o 2011. Finalizamos con un bingo, en el cual el premio mayor fue el texto de Pagola sobre el Jesús histórico.

Cántico del sol II

"A Ti solamente, oh Altísimo, corresponden/ y ningún hombre es digno/ de pronunciar tu nombre".
Sólo a Dios corresponden las alabanzas, como antes fue dicho. El ser humano, ha manifestado Francesco, por sí mismo es pútrido, hediondo y miserable. Ben Sirac 10: 'podredumbre, tierra y ceniza'. La historia confirma lo expresado por el texto bíblico y por el místico que diera origen a la familia franciscana. Dice Ciorán que el asesino Caín y la víctima Abel son el resumen de la historia. Si los franciscanos nos quedáramos con esa visión del ser humano, sin sentido de trascendencia, seríamos existencialistas asfixiados por la amargura y la angustia. Ciorán, que se debatía entre el escepticismo y la mística, expresaba: 'ando buscando una razón para pasar para mañana'. La condición de creatura caída es constantemente experimentable. Por esa condición pecaminosa el ser humano no es digno de nombrar al Altísimo.
En la tradición cristiana, porque Dios se nos ha dado a conocer en sus obras (creación y salvación), por Jesús de Nazaret y su Soplo, podemos hacer teología, es decir, nombramos a Dios y reflexionamos sobre toda la realidad con la luz de la Palabra y la Tradición. En la Iglesia católica nos hemos atrevido a formular dogmas, que son como hitos para nuestra fe. Pero también existe la clara conciencia de que mientras estamos en este mundo, con frase paulina, vemos como en un espejo y oscuramente. Ben Sirac 34: 'espejo y sueño son semejantes', son sólo reflejo de la realidad. Analogía es una noción clave en teología: lo que decimos sobre Dios es una aproximación desde nuestra experiencia creatural; en nuestras afirmaciones sobre Dios la desemejanza es mayor que la semejanza. Esto se hace especialmente agudo cuando nos topamos con la realidad del mal. En la entrada anterior decía que ante el misterio del mal toca callar, para contemplar y para actuar compasivamente.