lunes, 29 de junio de 2009

Pedro Piedra

Hoy es día de los grandes apóstoles Pedro y Pablo, el pescador y el maestro de la Ley; uno galileo y el otro de Tarso; uno apóstol de israelitas y el otro de gentiles (paganos)...
Jesús, en el evangelio de hoy, felicita a Simón y lo apoda Kefas, es decir, Pedro... y sobre esa piedra edifica su Iglesia, una, santa, católica y apostólica.
Una y apostólica: la Iglesia atraviesa las olas, a veces tormentosas, de la historia, en distintas naciones, bajo diferentes tipos de gobierno, en todos los continentes... y permanece una. Frente a esta realidad un historiador inglés decía: muéstrenme otra institución semejante, que venga de la antigüedad (cayó el Imperio romano), pase por el medioevo (se hundió el Imperio romano germánico) y camine, con paso firme, en la modernidad (atrás quedaron los dos totalitarismos del siglo XX: comunismo y nazismo)... ¿Quedaron los totalitarismos definitivamente atrás?... Las fuerzas del Infierno no podrán con ella. Sancho, con la iglesia hemos topado, exclamó el Quijote al chocar con los muros de algún templo. Con esta institución han chocado muchos, pretendiendo vencerla, pero no lo han conseguido. Esta Iglesia es una por la acción del Espíritu Santo (especialmente en el banquete eucarístico), el acompañamiento cariñoso de la Madre, y la tarea de los sucesores de Pedro, los papas.
Santa (y pecadora, añadían los Padres de la Iglesia). Casta y meretriz. Santa por la Trinidad Santísima y por sus cosas santas, la Palabra y los Sacramentos, por la Virgen María y los santos, modelos de vida para todos. Pecadora por humana... a veces demasiado humana. Escándalos sexuales, financieros, políticos... Iglesia siempre penitente: pueblo de Dios llamado cada día a la conversión. No se ajusten a este mundo, sino transfórmense por la renovación de la mente, dice el apóstol Pablo.
Católica, es decir universal. Porque universal es el horizonte de salvación. La creación entera gime con dolores de parturienta (otra cita paulina). El pueblo de Dios es mayor que mi grupo apostólico o el campanario de mi pueblo. Simón Weil, filósofa francesa de origen judío, decía a los amigos católicos que la animaban a bautizarse, 'todavía la Iglesia no es suficientemente católica' (universal). El Concilio Vaticano II (1962-1965) le habrá encantado a Simone, aunque ella ya estaba entonces en la casa del Abba, del Padre Bueno: una llamada al ecumenismo (unidad de las Iglesias cristianas) y al macroecumenismo (hermandad con todos los creyentes, con los agnósticos y los ateos: todos somos hijos de Dios Padre). Francisco de Asís añadiría, hermanos también del gusanito, de la luna y de la muerte...

los makunaima XI

En el pantón de los makunaima aparecen, de pronto, otros pemones: el hermano mayor se casa y lleva consigo a su suegra. Los dos hermanos comparten la vida cotidiana. El matrimonio tradicional pemón no tenía mucha ceremonia. El enamorado se acercaba a sus eventuales suegros y pedía desposar a la candidata. Los padres le ponían delante los defectos, reales o supuestos, de su hija, para probar la decisión del enamorado. Una vez aceptada la formación de la pareja, los novios pasaban a vivir juntos, normalmente en el caserío de ella. Un sabio consejo pemón: el que quiere casarse debe tener casa y conuco.

El hermano menor gustaba de ir a bañarse con la cuñada y con sus artes mágicas crecía y tenía relaciones sexuales con ella. El hermano mayor descubrió la traición y hubo una gran pelea. Chiké se fue, con la suegra de su hermano, a la parte alta de un tepuy. El hermano mayor, su esposa y otros pemones, quedaron en la llanura. Vino una hambruna. Chiké y la suegra de su hermano, gracias a los poderes extraordinarios de Chiké, tenían de todo. La señora intentaba convencer a Chiké para que ayudara a su hermano. Él respondía siempre: ¿acaso tengo yo un hermano?. La señora, para ayudar a los de la llanura, echaba los restos de comida a la parte baja. Finalmente, ante la insistencia femenina, Chiké decidió reconciliarse con su hermano mayor. Hizo una falda al tepuy, para que los de abajo pudieran subir, y organizó un banquete festivo.

Infidelidades matrimoniales: el apóstol Pablo dice que la unión de un hombre y una mujer para toda la vida es un misterio (no se puede comprender). Aparecen aquí las dos pulsiones básicas del ser humano, según Freud: eros (impulso de placer y vida) y thanatos (dinamismo de agresividad y muerte). Gente de la parte alta, con abundancia de bienes, y gente de la parte baja, pasando hambre. Todo parecido con la coincidencia es pura realidad. Es la insistencia de una madre la que hace posible la reconciliación, que tiene lugar en una fiesta, como en la parábola del Hijo pródigo.

formación capuchina

La Orden de los Hermanos menores capuchinos nació en el siglo XVI y llegó a Venezuela en el XVII. Desde entonces ha estado presente en nuestra patria venezolana, especialmente entre los pueblos indígenas.

Los capuchinos somos parte de la gran familia que tiene su fuente en Francisco de Asís, ítaloumbro que centró su vida en el seguimiento de Jesús de Nazaret, en el siglo XIII. Las notas carismáticas del franciscanismo son la oración; la fraternidad universal, incluyendo al señor hermano sol y la hermana madre tierra; la minoridad, es decir la opción por los empobrecidos y la actitud de humildad; el trabajo, incluso doméstico; la itinerancia; la penitencia; la misión.

Ya en vida de Francisco hubo tensión entre los zelantes (compañeros defensores del estilo radical del fundador) y el partido de los letrados-clérigos (partidarios de un estilo menos radical, especialmente en la minoridad, que diera más lugar a los estudios académicos). Francisco tenía sospechas ante los estudios, que pueden alimentar el ego y sacarnos de en medio de los empobrecidos. Al morir Francisco esa tensión se agudizó y, finalmente, escindió la Orden: los zelantes pasaron a ser observantes y la comunidad (línea menos minorítica) se constituyó en los conventuales. Con el tiempo, en el seno de la observancia surgieron movimientos que reclamaban más radicalidad en la minoridad. Así, en el siglo XVI, surgió la rama de los capuchinos, subrayando la oración, la penitencia y la austeridad.

Hace unos días, el Hno. Ernesto, viceprovincial en Venezuela, con sus consejeros, han decidido dar un giro copernicano a la formación de la orden en nuestro país. En realidad son líneas trazadas por el Hno. Mauro, ministro general, en su carta sobre la formación. Se trata de dar prioridad en la formación inicial (seis años) a lo vivencial-carismático, dejando lo académico-clerical (si el hermano decide ser sacerdote) para después de la profesión perpetua. Hasta ahora, excepto en el postulantado inicial (un año) y en el noviciado (un año), toda la formación estaba marcada por lo académico-clerical (los estudios de filosofía y teología en el Instituto de teología para religiosos, afiliado a la UCAB).