sábado, 13 de marzo de 2010

entre Akurimá, Kamoirán y Yuruaní

Ayer tuve la clase de historia de los capuchinos en Venezuela; terminamos la parte correspondiente a la colonia, usando un artículo de Micheo y Ugalde, jesuitas ambos. Leí a los novicios unos trozos de documentos del siglo XVII. Para los tres días de clase de la próxima semana utilizaremos un texto de Mons. Mariano que resume el período intermedio y describe la tercera etapa, es decir desde final del siglo XIX hasta final del siglo pasado, fecha de escritura del artículo, que forma parte del libro del centenario, 'Sus sandalias hicieron nuestras fronteras'.

En la mañana fui a visitar a Jorge González Alís, quien atraviesa por dura prueba. Lo escucho y lo encomiendo en mis pobres oraciones. También pude conversar con María Isabel, en su oficina de dirección del 'Fe y alegría' de Manakrü. Allí supe que cuatro pemones ucabistas han regresado para laborar en este instituto. Es hermoso ver que las semillas dan lugar a buenos frutos.

Estoy disfrutando de la novela 'Nieves' de Orhan Pamuk. Un poeta y periodista turco que regresa de Frankfurt a su ciudad, en una zona montañosa, con nevadas abundantes y persistentes, para investigar la causa de los suicidios de varias jóvenes musulmanas que defienden su derecho a usar el velo en clase, y reencontrarse con su amada Ipek, recién divorciada de otro poeta.

Hoy, sábado, pasé casi todo el día fuera de Santa Elena, para entrevistarme en S. Rafael con dos postulantes, Orlando y Alexánder, antes de que ellos y el Hno. Raúl entraran a Tuaukén, donde compartirán vida y fe con esa comunidad del pueblo pemón; así mismo, en S. Ignacio de Yuruaní dialogué con otros tres postulantes, José Manuel, Francisco y Simón; ellos vinieron desde Vista Alegre; estarán una semana en S. Ignacio y luego irán a Monte Bello. Estas experiencias son clave en el proceso formativo de los frailes capuchinos en Venezuela. Están en sintonía con lo escrito por Francisco de Asís hace tantos siglos: vayan en medio de ellos (a vivir el Evangelio) sujetos a toda humana creatura por Dios y, si ven que a Dios place, prediquen.