jueves, 13 de mayo de 2010

Maestros, novicios, indígenas, Perijá

Richard, el vicemaestro, se queda en Caracas unos días para traer a los padres del Hno. Raúl a la Gran Sabana, donde éste hermano andaluz será ordenado sacerdote, por nuestro jovial obispo merideño, el 12 de junio. Richard y los padres de Raúl estarán llegando a estas tierras del Gondwana hacia el 22 de mayo. Bazarra, el maestro, va de C. Bolívar a Caracas para hacerse chequeo médico. De manera que yo debo permanecer acompañando a los cuatro novicios. Sea. El ritmo de noviciado me viene bien. Creo que mañana terminaremos con los apuntes sobre 'Pueblos indígenas en el documento de Aparecida'. Ya tienen en sus manos un artículo de Lizarralde, publicado en el boletín antropológico de la ULA, que devela las matanzas que algunos hacendados perijaneros hicieron en medio de los barí, durante la primera mitad del siglo pasado. Ese genocidio fue detenido gracias al coraje de frailes capuchinos de la Provincia de Castilla, que se jugaron el cuero para lograr un encuentro pacífico. Luego debieron bregar para parar el conflicto y defender un territorio (¡en la cuarta república!) para dicho pueblo, que estaba siendo exterminado por defender su tierra y su estilo de vida, por gente que se decía civilizada y cristiana (sin comentarios). La siguiente semana continuaremos profundizando en la realidad de los pueblos indígenas en Venezuela.

En Perijá es preocupante la actual tensión entre indígenas y criollos. Esa tensión tiene raíces históricas. Hacer justicia a los pueblos indígenas es mandato constitucional. Pero hacerlo sin generar enfrentamientos violentos entre dichas partes, especialmente entre hacendados y yukpas, exige lo que algunos especialistas en procesos de reconciliación social, como J. P. Lederach, llaman 'imaginación moral'.