martes, 16 de marzo de 2010

capuchinos, artistas y el Mesías en Gran Sabana

Clase de historia de la orden capuchina en Venezuela, de manos de Mons. Mariano, con un texto suyo que forma parte de 'Sus sandalias hicieron nuestras fronteras'; período intermedio, es decir desde el asesinato de los frailes en Caruachi, por parte del ejército independentista, hasta 1891, cuando el Arzobispo de Caracas va a España a buscar capuchinos que retomen la tarea. Los vaivenes políticos traban la realización de ese deseo manifestado por el Libertador apenas una década después del nombrado asesinato. El Estado republicano, criollito, reconoce que no sabe qué hacer con los pueblos indígenas y es incapaz de defender las fronteras de la patria. En el primer cuarto del siglo XX, por fin, se logra fundar el Vicariato del Caroní, con acuerdo entre la orden y el Estado venezolano. Tendrá sede en Upata. A mitad de siglo el Vicariato de Tucupita se desmembró del primer Vicariato; y las parroquias ubicadas entre el Delta y Gran Sabana pasaron inicialmente a la Arq. de Ciudad Bolívar y luego a la Diócesis de C. Guayana. Los centros misionales del Vicariato del Caroní actual (sólo Gran Sabana) fueron fundados por décadas: en los '30 Santa Elena; en los '40 Kavanayén; en los '50 Kamarata; en los '60 Wonkén (edificios inaugurados en 1970), y en los '70 Urimán. Posteriormente han llegado un fraile conventual a Ikabarú y un sacerdote catalán a Canaima.

Almorcé con Franklin en Pakaraima; él es un venezolano que hace su doctorado en París, en sociología del arte y es curador independiente que ha organizado dos eventos con jóvenes artistas franceses (Parque/Arte y Desplazados); me obsequió con sendos textos que describen dichos eventos. Actualmente el segundo está presente en el Celarg, Caracas. Lo acompañaba ayer, para el almuerzo, un joven fotógrafo venezolano que ha hecho trabajos para Inparques. Franklin muestra especial sensibilidad en el diálogo con los pueblos indígenas. Recientemente contactó a Adán, un pintor pemón que reside en el Paují.

En la tarde, el banquete del Mesías, con las lecturas de Isaías, el profeta-poeta y del evangelio juánico que nos habla de Jesús, que sana al hijo del funcionario real sólo con su palabra, porque él es la Palabra hecha carne, sangre, historia.