jueves, 15 de julio de 2010

Ministro Mauro en Caracas

Hoy en la mañana fue el encuentro de los HH. Mauro, ministro, y Carlos, definidor, con los guardianes y formadores capuchinos en Venezuela. Guardián es el nombre tradicional franciscano del coordinador y animador de las fraternidades locales. En el diálogo constatamos, una vez más, que somos pocos en muchos lugares y con abundantes tareas. Recuerdo que Fr. Fidel, ahora anciano retirado en La Florida, Caracas, dijo en una ocasión: 'siempre ha sido así desde que Fr. Francisco de Pamplona y compañía arribaron a Venezuela'. Y antes Jesús de Nazaret: 'la mies es mucha y pocos los obreros...'. Ver a los jóvenes que se acercan a la Orden porque quieren ser hermanos menores, es esperanzador. La tarea formativa es exigente pero también gratificante.

El Hno. Rafael expresó que necesitamos una ayuda para mantener las presencias, especialmente en las zonas indígenas, mientras egresan los relevos del proceso de formación. El Hno. Mauro señaló que se puede iniciar el camino para lograr que algunos hermanos de otra circunscripción vengan a apoyar a la Viceprovincia de Venezuela. Eso será lento: consulta al definitorio general y a los provinciales que cuentan con abundantes frailes...

Volvimos a dialogar sobre la importancia de la fraternidad formativa, y del equipo de formadores, con criterios comunes. Puede ser que emerjan diferencias entre los formadores; éstas deben ser dialogadas entre los formadores. El mejor instrumento de formación es el testimonio en el seguimiento de Jesús, al estilo del Pobrecillo de Asís.

Terminamos con un almuerzo compartido con el Nuncio, quien agradeció la invitación y nos pidió mantener nuestra peculiar cercanía al pueblo, a los sencillos, y ayudar a que ese pueblo pobre no se deje separar de los obispos, duramente atacados por gente del gobierno.

Hno. Mauro, ministro general capuchino, en Caracas

Los frailes capuchinos que vivimos en Venezuela nos alegramos por la visita del Hno. Mauro, ministro general, y de su acompañante, el Hno. Carlos, definidor por habla española; aquel suizo, éste argentino (porteño).

El día miércoles en la mañana, en la fraternidad de La Chiquinquirá, en La Florida, el Hno. Mauro se ha encontrado con casi todos los frailes que laboramos en esta dolida patria. El Hno. Ministro, después de unas palabras introductorias, nos invitó a conversar. Nos ha llamado, como en sus cartas, a reavivar la llama de la propia vocación, con las consabidas notas de oración, fraternidad y minoridad; ha insistido en que los capuchinos, según Pío XII, somos los que vamos donde nadie más quiere ir. Afirma que esta disponibilidad es fruto de la fe, de la abnegación, de la confianza en Dios y en la fraternidad, incluyendo a los ministros; de la humildad y la desapropiación (minoridad)... cuestiona que esta disponibilidad esté disminuyendo y, en cambio, aumenten el individualismo, el relajo, las incoherencias existenciales, el aburguesamiento, la superficialidad, las adicciones electrónicas... Nos invita el Hno. Mauro a profundizar en la relación con Dios y en el diálogo espiritual, que nos ayude a todos a ser pecadores convertidos, felices en medio de los pobres y sufridos, brindando la misericordia recibida y experimentada. Señala que es necesario subrayar el carácter de iniciación en la formación, logrando que lo vivencial-carismático tenga la prioridad efectiva, sin que eso signifique mediocridad intelectual. Terminamos con misa y mesa.

En la tarde fue el encuentro con formandos y formadores. Fr. Mauro hizo una breve introducción y llamó al diálogo. Sería largo reseñar cada intervención. Destaco la del Hno. Yornis, quien dijo francamente que la carta del ministro y el replanteamiento del itinerario formativo en Venezuela, sintonizando con la misma, lo habían fastidiado, exigiéndole romper esquemas y planes personales (tuvo que suspender, junto con sus compañeros de primer año de posnoviciado, durante un curso escolar, los estudios académicos); Fr. Yornis afirmó que la experiencia en Guayo, en medio de los indígenas warao, con el testimonio de Fr. Damián y las terciarias capuchinas, de generosa entrega misional, le ha ayudado mucho a superar la molestia inicial y a agradecer el itinerario vivencial. El Hno. Mauro le dio una respuesta bellísima: 'me gusta tu sinceridad; me alegra que la carta haya tenido ese efecto fructífero en ti; eso ya justifica haberla escrito'. Finalizamos con vísperas, con facistol electrónico, y mesa. La sobremesa fue de cantos. Víctor, novicio, mostró sus talentos musicales. Muchos lo acompañábamos en los cantos. El Hno. Carlos Novoa, definidor general, se animó a interpretar un tango que canta la pena del porteño que ha tenido que emigrar a Europa.