sábado, 15 de agosto de 2009

Cántico de las creaturas o del sol I

¡Altísimo, Omnipotente, Buen Señor!/Tuyas son las alabanzas y la gloria y el honor/y toda bendición. Tres primeros versos de esta ecoteológica poesía. Para Francisco de Asís todo el Universo es obra del Gran artista, y tiene consistencia por ese Altísimo y Poderoso Buen Señor. Dios es Altísimo: así expresa el poeta pobrecillo la Grandeza y la Trascendencia del misterio luminoso y numinoso, que ha sido descrito como el Ser y como la Nada (abismo sin origen). La omnipotencia de Dios va acompañada de su Bondad. Francesco ha experimentado hondamente la Misericordia de Dios. Desde esa entrañable y constante experiencia habla del Altísimo. Sólo Dios es digno de todas las alabanzas, la gloria y el honor. De un plumazo Francesco echa por tierra las vanas pretensiones de los que se llaman grandes entre las creaturas. Con frase de Teresa andariega, mística española del siglo XVI: 'Sólo Dios basta'. Jesús nos ha dicho, al hablar con su amiga Marta: 'sólo una cosa es necesaria'. Ciorán, ácido rumano, ha expresado: 'sólo son envidiables los que saben rezar, pues tienen un gancho trascendente'.
¿Quién es ese Buen Señor? Jesús de Nazaret nos lo ha dado a conocer. Por eso Francesco resume su proyecto de vida en el Evangelio, la buena noticia que consiste en el mismo Carpintero mesías. Jesús es el Hijo que nos revela al Padre y nos regala al Espíritu Santo, soplo de ambos. Misterio trinitario revelado en un obrero de un pueblo insignificante, en una colonia romana, en el eje de la historia. Desde el misterio de la encarnación podemos aceptar la pretensión de los habitantes de Europa, Norte de África y Medio Oriente al nombrar su mar Mediterráneo, es decir, centro de la Tierra (lectura etimológica sesgada).
¿Cómo se articulan la omnipotencia y la bondad de Dios con la existencia del mal? Hondo problema de la teodicea. Un profesor de Teología, releyendo el libro de Job (sufrimiento del inocente), nos decía: un misterio no es un problema; el problema puede ser resuelto; el misterio exige contemplación y praxis. El misterio del mal nos exige contemplar la bondad de Dios en sus creaturas y actuar compasivamente con quien es golpeado por el dolor. Pero no desaparece el misterio. La ambigüedad está presente en todo lo creado. Trigo y cizaña en nuestro corazón, en cada familia, en cada pueblo, nación, cultura; en la Humanidad y en el Universo. Por eso exclama, angustiado, Pablo: '¿quién me liberará de esta cárcel?'. Añade, esperanzado: '¡Gracias Padre, por darnos la libertad en Cristo Jesús!'. La Virgen María, sin mancha, es tipo de la creación originaria y del destino final de la obra de Dios. Una creatura sin mal alguno, toda bondad. Ben Sirac 26: sol radiante, mujer hermosa (María) en casa ordenada (la Iglesia y el Cosmos recreado).