domingo, 29 de noviembre de 2009

primer domingo de adviento

Grandes señales en los astros, angustia y miedo en las naciones... Pero no se acobarden, levanten la cabeza, su liberador viene sobre las nubes, con poder y gloria. El mismo que vino la primera vez como carpintero de pueblo campesino, insignificante y mal visto (¿puede salir algo bueno de allí?). En la vida cotidiana, en esta Venezuela signada trágicamente por la violencia y la inseguridad, hay mucha angustia y también miedo, pero los cristianos somos gente de esperanza. Decía Ciorán: 'me da asco el optimismo antropológico de los marxistas, que creen que pueden hacer una nueva sociedad a partir de creaturas viejas (vg boliburgueses corruptos; el paréntesis, obvio, es del escribano, no del filósofo rumano); los católicos al menos creen que tendrán ayuda de Alguien que trasciende este mundo'.

Estén alerta, presten atención, velen, hagan oración continua: tarea de cada día. La Misión Continental será sólo palabra al viento o papel y tinta, si no reavivamos la llama de la fe y la vocación a los pies del Maestro, a ejemplo de María de Betania, la querida amiga que eligió la mejor parte, la necesaria, para ejemplo de Marta, hacendosa y fragmentada, y de nosotros, cristianos agitados por la prisa y la hiperinformación. Nietzsche:"los modernos están orgullosos de algo que llaman progreso y no quieren escuchar nada de 'despacio' y silencio". Debemos aquietarnos, sentarnos, hacer silencio profundo, para poner en práctica la nepsis (padres del desierto), la vigilancia de lo que se mueve en lo más hondo de nosotros mismos (dinamismos elementales y sentido de trascendencia: Carl G. Jung); allí están los nutrientes de nuestra existencia, que sin esa conexión será acartonada, rígida, moralista y con tendencia radicalizada a la autoidolatría, al egocentrismo, a relaciones de dependencia-dominación, a neurosis crecientes que podrán con el tiempo dar paso a las sicosis.

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