Todos somos pasajeros en tránsito. Sabemos que estamos en este mundo de paso. Jesús ha dicho, yo soy 'El Camino'. Los cristianos debemos agradecer la llamada gratuita que Dios nos ha hecho a ser discípulos de Jesús, y al mismo tiempo debemos alabar al Logos que es luz para toda persona que viene a este mundo (prólogo del Evangelio del Águila). El mundo aparece angustiado por el sinsentido, la miseria, la destrucción del ambiente y la violencia. El Maestro de Nazaret puede sacarnos de esos males, si respondemos de corazón a su llamado a la conversión. Conviértanse, el Reino de Dios está a la vuelta de la esquina. En realidad está en medio de nosotros, porque Jesús ha dicho que está donde dos o más nos reunimos en su nombre. También ha señalado al pobre, al sufriente, como su sacramento, al igual que la Eucaristía. Los monjes del desierto leyeron la afirmación de Jesús en clave espiritual: el Reino está en nuestro hondón; si hacemos silencio prolongado, atravesaremos el proceloso y alcanzaremos la tierra prometida. Silencio y solidaridad, dos medicinas para nuestra enferma sociedad. Enferma de ruido y egoísmo.
Al no estar en la cotidianidad de la residencia habitual, en mi caso la misión de Kavanayén, hay más tiempo para caminar, leer y meditar. El miércoles disfruté de un texto de Lucía Raynero sobre Juan Vicente González, un Cicerón criollo, conservador y civilista, culto y polémico; defensor del orden, de las instituciones y del predominio de los civiles; ardua tarea en una América Latina marcada, hasta hoy, por el caudillismo militarista. El jueves he devorado páginas de una revista, nicaragüense y dominica, dedicada a la teología feminista: varias autoras, encabezadas por Elisabeth Schüssler, ofrecen reflexiones desde el ángulo de un feminismo crítico, emancipador y liberador.
Sólo salí unos minutos a comprar una libreta de bolsillo y a caminar un poco. Todo el día estuve en el vetusto convento de La Merced.
También he contado con tiempo para seguir mis sencillos comentarios al Cántico del hermano sol. Recuerdo que Francisco quiso que los frailes nos dedicáramos al apostolado de cantar esa poesía, cargada de siglos y siempre refrescante. Presidí el banquete mesiánico a las 5:00 pm. Loado seas mi Señor por la pacífica cotidianidad.
jueves, 3 de septiembre de 2009
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